Mi amigo Jorge me contó que cuando abrió su negocio de fabricación de accesorios para el hogar, él tenía en mente crecer y ser una empresa grande realizando producción en serie.
Por otro lado su socio quería fabricar los productos de forma artesanal, en menor cantidad, por una sencilla razón era creativo y muy hábil.
Jorge para no entrar en conflicto y deslumbrado por su creatividad e inteligencia lo dejo pasar pensando que en algún momento, cuando el negocio creciera, lo harían como él quería.
Sin entrar en detalles me adelantó que luego de 3 años había abandonado el emprendimiento por no ponerse de acuerdo en la forma de producir sus productos.
Jorge me compartió su aprendizaje que obtuvo luego de dejar de quejarse por todo lo malo que «le pasaba», y culpar al universo.
1- La motivación solo no alcanza, la motivación es solo una mecha que me dispara el hacer pero que si no hay una meta clara no sirve de nada.
2- Más allá de lo legal al tener una sociedad, nada puede crecer si no se tienen objetivos en común, una misión y visión escrita entre todos miembros. No solo un papel que está escrito, algo que se vive y se revisa, o acaso somos iguales que hace 5 años.
3-No pueden existir supuestos, ambigüedades o malos entendidos, si vamos a crear algo con otro no deben quedar cosas libradas a azar.
Mientras me contaba esto Jorge tenía su mirada perdida, sentía como una angustia me confesó es que estaba viviendo nuevamente ese momento, luego volvió su sonrisa y me dijo, Maxi
«Estar abierto al aprendizaje hace que los problemas se conviertan en desafíos y los desafíos en oportunidades»
Hoy Jorge logro desarrollar un nuevo emprendimiento y crece año a año, no lo hizo en solitario, lo hizo de otra manera.